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Jean Ziegler
Sociólogo y político
suizo
'EL
HAMBRE ES NUESTRO ESCÁNDALO'
Sociólogo y político
suizo, Jean Ziegler no acaba su denuncia con El oro nazi o contando
lo que nadie dice sobre las mafias rusas. Ahora levanta ampollas en el
mundo rico con su libro sobre la dimensión del hambre.
No consigo comprender cómo
es posible que, al inicio del nuevo milenio y en un planeta tan rico, haya
tantos seres humanos que sigan muriendo de hambre', pregunta Karim a su
padre. Y su padre -que es Jean Ziegler, sociólogo y político
suizo, autor de libros polémicos como El oro nazi, casado
con la ciudadana egipcia Wédad Zénié- le responde:
'Millones de seres humanos mueren de hambre cada año porque no tienen
los medios económicos -u otros- para acceder a una alimentación
suficiente. Porque hoy, que somos seis mil millones de personas en el planeta,
se podría alimentar, según dice la FAO [Organización
para a Alimentación y a Agricultura de Naciones Unidas], al menos
al doble de la población del mundo'.
Karim, que hoy tiene 26 años,
entendió perfectamente cuando tuvo lugar esta conversación
que recoge el último libro del polémico Ziegler -El hambre
en el mundo explicada a mi hijo (Muchnik Editores)-, que ahora la gente
no tendría, pues, por qué morir de hambre. '¡Pero se
mueren! ¡Cinco mil cada día! ¡Yo he visto las víctimas!',
clama el profesor Ziegler desde su minúsculo y desordenado despacho
en la novísima sede de la muy antigua Universidad de Ginebra. Fotos
de Che Guevara, de Salvador Allende, máscaras indígenas y
objetos exóticos, papeles, plantas, carpetas y muchísimos
libros apenas dejan sitio. Este sociólogo del tercer mundo,
abogado, doctor en ciencia política, católico, ex diputado
del parlamento helvético, actual miembro de la Internacional Socialista,
que ha vivido en diversos países africanos y viaja constantemente
a los lugares más miserables de la tierra, gesticula con énfasis:
'¡El hambre es el escándalo de nuestra época!'.
Tiene 66 años y se indigna
como cuando tenía 20. Suele volcar su indignación vital en
libros traducidos a muchos idiomas que explican lo que nadie dice sobre
las mafias -Los señores del crimen (Planeta)- o sobre los
suizos -Suisse lave plus blanc (Suiza lava más blanco), no
traducido al español-. Su investigación sobre los pagos de
los bancos suizos al régimen de Hitler levantó un escándalo
mundial en 1997 y le ha valido al menos cinco demandas internacionales,
pero él continúa revelando lo que sigue descubriendo.
Incansable y vital, ahora ha puesto
en marcha una campaña en toda regla contra el secreto bancario suizo:
'El secreto bancario, definido por la ley federal suiza, puede levantarse
si se prueba que el dinero durmiente en la cuenta es de origen criminal',
asegura. Dentro de esa categoría incluye el dinero de la corrupción
y la evasión fiscal. Su particular guerra contra los banqueros suizos
y el secreto bancario tiene raíces profundas en su propia vida de
católico, socialista y europeísta, de experto en dinero y
en hambre. 'Mi vida es una pura contradicción', comienza, 'debería
explicárselo'.
Pregunta. Adelante, pues.
Respuesta. Nací en
Berna por casualidad, mi padre era juez en Interlaken. Es un gran misterio
por qué nacemos aquí o allí, en esta u otra época,
por qué con este cuerpo y no con otro. Hay casualidades. En 1964,
Che Guevara vino a Ginebra como jefe de la delegación cubana en
la Conferencia del Azúcar y yo, que era muy joven, fui su chófer
durante casi dos semanas. El último día, antes de que se
fuera, me armé de valor y me atreví a decirle: 'Comandante,
quiero ir con usted a Cuba'. Eran las cuatro de la mañana, se veían
todas las luces de Ginebra y los anuncios de las joyerías y de los
bancos y él me dijo: 'Has nacido en el cerebro del monstruo; es
aquí donde tienes que trabajar y combatir'. Él era una persona
más bien fría, pero con una ironía conmovedora y me
dejó impresionado; creí que me tomaba por un pequeño
burgués del que nadie necesita nada, me humilló. Si hoy miro
hacia atrás veo que tenía toda la razón. Creo que
he ayudado a la humanidad más desde las entrañas del monstruo.
P. ¿Sigue siendo comunista?
R. Si, pero en el sentido
en que Marx habló de la revolución de los modos de producción,
porque estoy convencido de que este capitalismo que vivimos nos lleva a
la selva. Vivo en el país más rico del mundo, cuya única
materia prima es el dinero de los demás.
EL DINERO DE LA SANGRE
P. Como un gran banco.
R.En Suiza hoy trabajan 107.000
personas en el sector bancario, no se puede cuantificar lo que hay aquí;
sólo en fortunas privadas extranjeras hay más de tres billones
de dólares. Un dinero que hace a este país, según
el Banco Mundial, el más rico del mundo, por delante de Kuwait o
de los Emiratos Árabes. Lo cual no quiere decir que no haya también
mucha pobreza, desde luego. Esta riqueza llega por tres vías: el
capital en fuga del Tercer Mundo, que es el dinero de la sangre, hay por
ejemplo cuatro mil millones de francos suizos de Mobutu mientras en el
Congo los niños mueren de hambre y de epidemias. Llega también,
para blanquearse, mucho dinero de la criminalidad organizada; Roldán,
por ejemplo. Y, en tercer lugar, está el dinero gris que es el de
la evasión fiscal de Europa entera. Esto es la cueva de Alí
Babá. Y yo no quiero vivir en un país cuyo bienestar está
pagado por la sangre de los niños de Nicaragua o por las mujeres
humilladas de Tailandia que trabajan muchísimas horas por semana...
P. Pero es el dinero, no el
hambre, el que acaba moviendo al mundo.
R. El dinero es la forma del
poder más clara.
P. Al estudiar el hambre y
la miseria observa, pues, el poder.
R. Yo me pregunto el por qué
de las cosas y me doy cuenta de que el papel del Estado es totalmente ficticio
en comparación con el de las multinacionales. Hoy las doscientas
sociedades mayores del mundo gobiernan más del 27% del comercio
mundial. Este capitalismo salvaje ha creado unas oligarquías muy
poderosas...
P. El siglo XXI no le parece
mejor.
R. Hace doscientos años,
la Revolución Francesa lanzó un modelo de civilización
basada en la solidaridad, la justicia social, los derechos del hombre y
la libertad; fue el tiempo de las luces. Esto fue el principio de
algo que hoy está en peligro. La comida nos da ahora mismo buenos
ejemplos: vea lo que pasa con las vacas locas; se alimentó
a unos hervíboros con esas harinas animales, volviéndolos
carnívoros. Ahora las grandes multinacionales alimentarias patentan
genes, plantas y organismos vivos para crear (OGM) Organismos Genéticamente
Modificados, como el maíz transgénico que es mucho más
resistente, permite mejores cultivos y también proporciona muchos
más beneficios económicos. Pero este maíz transgénico
es un ser completamente diferente cuyos efectos sobre el organismo no conocemos
aún: harían falta al menos veinte años para saberlo.
¿Sabe lo que decía Kant? Él decía que las luces
eran 'la ruptura del tiempo'. Tras doscientos años de esa cultura
que, con sus limitaciones, buscó la democracia, lo de ahora es la
jungla; una verdadera ruptura. El mundo ha cambiado, desde luego, y es
una suerte que haya desaparecido la Unión Soviética, pero
el capitalismo más salvaje se ha extendido por toda la tierra, gracias
también a un serie de revoluciones tecnológicas. Este banco
que estamos viendo contacta con su sucursal de Tokio a la velocidad de
la luz, trescientos mil kilómetros por segundo: ha nacido el ciberespacio,
que permite la administración financiera del mundo. Todos los días
se intercambian, según la media de 1999, más de 6.000 millones
de dólares y de éstos sólo el 15% se refiere a intercambios
comerciales, a la economía real; el resto es economía virtual...
P. Si la economía es
virtual, entonces el dinero no existe...
R. El dinero está en
el mundo en que vivimos, en el mundo real. Y todos, empezando por los gobiernos
europeos, que son mayoritariamente socialdemócratas, aceptan esta
civilización que tiene un sólo valor: el beneficio económico.
Todos los demás valores, como el tener un trabajo estable, o el
buscar la justicia, resultan arcaicos frente a esta defensa de la libertad
total del capital, que representa la idea de esa mano invisible y mágica
que todo lo arregla, incluídas las desigualdades. Naturalmente,
no es verdad que las cosas sucedan así. En Brasil, por ejemplo,
tuvieron 4,8% de crecimiento el año pasado y al mismo tiempo todos
los indicadores sociales fueron negativos: tienen más hambre, más
analfabetismo, más epidemias. Es evidente que este desequilibrio
se produce porque el control de los flujos económicos está
en muy pocas manos, en las de estas reducidas oligarquías transnacionales.
Cada día mueren de hambre 5.000 personas. Es lo que yo llamo el
genocidio silencioso. Y 825 millones están amenazados de malnutrición.
Pero la FAO dice que la agricultura actual podría dar de comer a
12.000 millones de personas. Este es el estado del mundo de unas Naciones
Unidas que subvencionan a grandes industrias cuando compran leche en polvo
para estos niños hambrientos. ¡Más de dos mil millones
de personas no disponen de agua potable! Es la locura.
P. ¿Qué propone
?
R. La insurrección
de las conciencias. Lo que se ha hecho en la conferencia de Porto Alegre.
Habría que controlar a las multinacionales, oponer a la globalización
del capital la globalización de los derechos democráticos.
Esta posibilidad ya la han comenzado los desheredados del mundo, y deberíamos
escucharles más.
Extret de El Domingo de El Pais, 15
de abril de 2001
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